Como socio fundador y miembro de la directiva de aMuACI, y con la experiencia (porque no me ha quedado más remedio) de ser adulto con altas capacidades intelectuales que hizo todo su difícil recorrido por la infancia y adolescencia sin diagnóstico, llevo sosteniendo que el apoyo a los jóvenes ACI no debe centrarse solo en el Sistema Educativo, por mucho que nos parezca fundamental.
Lo de que el Sistema educativo se preocupe por él, le diseñe currículos específicos y ponga a su disposición todo lo que necesite no va impedir el otro potencial desastre personal: la difícil incorporación a la vida adulta en una sociedad donde se le va a ningunear igual (o peor) que en los colegios e institutos.
Los padres y profesores, con toda la buena voluntad del mundo, tratan de ayudarlos pero ¿los preparamos para la etapa adulta libre de tutela?
Los superdotados o altas capacidadades adultos en la empresa, en su entorno social… acaban viviendo, a escala, el mismo trato que recibieron en el instituto y escuela. No encajan. Y la sociedad ni las empresas tienen porqué practicar la bonhomía que se le presupone a los coles.
Y es entonces cuando, de mayor, el desencaje se “patologiza” con cuadros de melancolía, depresiones, agresividad…
Ahora bien ¿alguien sabe cómo intelectualiza un joven adolescente con altas capacidades intelectuales, de 14 años, lo que hay a su alrededor? ¿Cómo se justifica a sí mismo la disociación sociedad/yo que empieza a percibir en la preadolescencia? ¿cómo se prepara para lo que se le viene encima?
Pues aquí tenéis un inestimable testimonio de un hoy adulto superdotado o con altas capacidades intelectuales y la visión global que tuvo de su “problema” de joven.
Salvando la bisoñez del texto y las incoherencias propias de la edad es posible percibir, perfectamente, cómo se sentía el niño con altas capacidades frente a un medio social hostil, ajeno a su discurrir mental. En el texto trató de plasmar la claustrofobia intelectual que supone vivir en un ambiente estandarizado sobre modelos de convivencia rígidos, sin espacio para lo distinto.
El autor tuvo la santa paciencia de guardar el texto cuarenta años (documento ya ajado y amarillento) para ver cómo iba a acabar la historia, su historia.
Hoy tengo 51 años y sigo atrapado en el mismo texto. Las mismas presiones, el mismo acoso, la misma perplejidad…
Si lo reescribiera ahora quizás mejoraría el estilo pero su fondo seguiría siendo el mismo.
LA CAJA DE PANDORA
Existen porque viven, se reproducen porque sí, se reencarna por hábito… Eso era una Civilización. Una Civilización que, gracias a su acogedor planeta, llegaron o lograron llegar a un cierto avance tecnológico. Era una caja, La Caja, en ella vivían tranquilos y felices todo un grupo de individuos rodeados por una única frontera, el Límite, tope de sus incompetencias.
Nadie había inquietado a los “sabios” científicos del lugar sobre lo que había más allá, pues desde pequeños se les enseñó el concepto de Materialismo en su mente:
-“Solo existe el Materialismo físico, esta es la base de nuestra investigación –explicaba un profesor a sus alumnos-“
-“Pero –preguntó un joven- si nuestra vida es limitada en cuanto a conocimientos ya que lo sabemos todo, duramos un promedio de siete días por reencarnación y lo único grave es perder esa vida antes de lo previsto ¿qué nos importa a nosotros el Materialismo? También podríamos vivir sin él, si la sociedad no ha pensado en ello es que es una ignorante”
El profesor se quedó perplejo, durante su experiencia como profesor y es más a lo largo de sus catorce vidas nadie profanó tan descaradamente ese tema tan conocido por todos como es el Materialismo, y eso que la hipnosis regresiva le había explicado sus “estadios” con sumo detalle. En seguida su cerebro no coordinó bien, todo su conocimiento ser basaba en la lógica y la lógica, único estado cierto de la mente de aquellos individuos, le arrastró a una conclusión:
-“Si la sociedad es ignorante, y la sociedad somos todos, él forma parte de todos, si todos somos ignorantes, él es un ignorante, y si él es un ignorante, lo que ha dicho es propio de la ignorancia más vergonzosa”
Se sintió orgullosísimo y más que satisfecho por aquella perorata, quién le iba a decir que tan prodigioso torrente de deducciones era fruto de sus neuronas. A la par, todos los allí presentes, como un nido de víboras acechando al enemigo, arremetieron contra ese “loco preguntón” con una carcajada unísona y espeluznante.
Al profesor, esta escueta discusión, le valió la cátedra por su espléndida y sublime deducción lógica, “que viene a reforzar una vez más los sólidos pilares de la teoría de la Creación y al mismo tiempo desplaza definitivamente todo posible razonamiento revolucionario”, según palabras textuales del Primer Ministro.
Al alumno esto le sirvió para ser señalado con el dedo. Él era consciente de que una persona que por su forma de ser pensara u opinara al contrario de los demás, pronto se vería obligado a abdicar y a dar paso a la rutina y conservadurismo social, pero lucharía hasta el fin para que no le sucediera. Si era necesario se saldría al Límite porque estaba plenamente convencido de que allí había algo más que meros “locos” como los llamaba por incomprensión SU sociedad. Debía hacer algo, iniciar su propia campaña, tomar decisiones, no aceptar nada hecho…
-“Vives de los demás, el convivir y ser inteligente es sinónimo de ser hipócrita o un ignorante voluntario” –decía en un diálogo de besugos que había solicitado con el profesor tiempo más tarde-
-“¿Y qué quieres sino? –dijo con pesar el profesor- ¿te crees acaso que el vivir como según tú se vive fuera del límite te va a reportar algún beneficio o te va a servir para comer? Todo eso es muy bonito pero cuando seas mayor te darás cuenta de que eso es una utopía, solo existe un camino, dejarte llevar por la corriente establecida hasta alcanzar una estable situación partiendo de nuestro Materialismo”
-“¿Conoce usted a alguien que viva en el Límite? –preguntó como cortando una discusión que sabía que no le iba a deparar nada nuevo-
-“Sí”
-“¿Y qué tal?
-“Viven mal, sin dinero, con hambre y además les vetamos toda posible reencarnación, no es útil para la Sociedad”
-“Pero… -siguió preguntando- ¿Y si esta gente vive mejor espiritualmente que nosotros?
-“¿Espiri… qué? –contestó asombrado- ¿Y para eso destrozan su vida? Si fueran a las Oraciones de la Reencarnación diariamente vivirían espiritualmente mejor, además si eso es lo único que buscan, nosotros lo tenemos en el Gran Templo del Dinero, que lo adoren y serán gratificados”
Esto para el “loco” fue suficiente, le demostraba que la sociedad no tenía remedio, que esta había sido creada partiendo como base del Materialismo y su Dios dinero y que mientras existiera, seguiría estando todo tan aferrado a ella… Si querías ser feliz tan solo habías de practicar un lema: seguir las normas y callar.
Con el tiempo el “loco” se sumió en la más absoluta incógnita, nadie sabía nada de él. “Se dice”, “me han dicho”, “creo”… era lo único que se sabía del incidente. Pero él ya había logrado su estabilidad mental, había rebasado la frontera del Límite, salió de La Caja.
Para la sociedad, para su antigua morada, únicamente tenían un calificativo hacia esa persona: LOCO. Estaba loco porque había huido, estaba loco porque se lanzó hacia algo desconocido, estaba loco porque quería conocer más cuando los científicos habían, durante reencarnaciones, hallado todas las respuestas a todas las preguntas. Y él, el muy ingenuo, se fue a buscar más.
Para él, esta huida fue lo mejor que le pudo suceder, allí se unió al otro Estado de la Vida, sin creerlo pero con satisfacción se felicitaba a sí mismo por tan profundo cambio, al mismo tiempo que sentía gran pesar por los habitantes de LA CAJA, porque sabía que muy pocos lograrían, al igual que él, hallar el verdadero significado de la palabra vivir.
-“Orgullosos –pensó- son excesivamente orgullosos, creen conocer todo y no saben nada. Nacerán, trabajarán y seguirán encerrados en ella, felices a su modo.”
Pronto alguien se le acercó y le dijo:
-“Algún día, esta caja, efectuará un largo viaje. Su destino será Epimeteo y su portadora Pandora, quien por su ingenuidad y curiosidad abrirá La Caja, entonces sobre el desdichado planeta en que caiga ésta, reinarán todos los males existentes en ella, y solo una luz aparecerá en el horizonte… la de la Esperanza, don que todos poseen y del que muy pocas personas sacan provecho.”
* Desde aMuACI mostramos nuestro agradecimiento por este relato, ya que muchas veces es difícil exteriorizar los sentimientos.