Este sábado, 25 de febrero, estuvimos en el yacimiento arqueológico de La Bastida en Totana, dónde descubrimos su gran importancia y nos adentramos en la Prehistoria. Sobre unos… 4000 años atrás, en la Edad del Bronce de El Argar concretamente.
Pasito a pasito, la guía nos fue adentrando en la época, situándonos magistralmente en la vida diaria de aquellas personas. ¡Incluso visitamos la recreación de una casa argárica que inauguraron hace poco! Los niños hicieron sus preguntas, sobre las dudas que les fueron surgiendo y estuvieron bastante atentos en general, la verdad. Aunque sin duda, lo que más disfrutaron de todo fue el Taller de Arqueología que hicieron posteriormente en un lugar cercano.
En este, ellos y ellas mismos simularon la tarea habitual de un arqueólogo. Les llamó especialmente la atención eso de no poder sacar la pieza del lugar hasta no tomar un montón de datos de medidas, posición, contexto en el que se encuentra, etc., que es lo que ayuda al arqueólogo a sacar conclusiones. Y lo pasaron fenomenal siguiendo todos esos pasos, para entender al final, de este modo tan práctico que les encanta, cómo se obtienen esas conclusiones que más tarde se transforman en conocimiento científico sobre el pasado, nuestro y del mundo en que vivimos.
La comida (qué rica, por cierto), donde se expansionaron a su aire durante y después, lo cual, como cada vez, disfrutaron también mucho. Esa interacción libre entre ellos, ese entendimiento mutuo tan cómodo.
Y luego, algunas y algunos ya marcharon. Otros y otras nos quedamos para dar un paseíto por la zona. Toñi, una socia practicante habitual de senderismo, nos explicó la nomenclatura que se utiliza para la señalización en este deporte, aprovechando algunas señales que encontramos: PR (Pequeño Recorrido), GR (Gran Recorrido)… Ricas anécdotas.
Al final, hay que despedirse. Y nos despedimos, pero sin ganas, como siempre… Es que esto es otra cosa.
Pensando ya en la próxima salida…